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Instrucciones para entender lo que a usted le pasa

Carlos D. Pérez

Para empezar, pronuncie de otro modo: velando lo inicial, deje correr la secuencia hasta lo último por decir; usted nos lleva a comprobar que algo le pasa. Descentrado **lo**, el pasar inicia un deslizamiento, un movimiento que atraviesa a **usted**, vocablo nacido de la contracción del antiguo “vuestra merced”. Alguien se revela a **merced** de lo que le pasa.

Vuelva a la frase: **lo que a usted le pasa**. **Lo** es un artículo neutro, carente de sexo gramatical, por cuanto lo, que le pasa, origina la diferencia al presentar lo innombrable: el **deseo**, pues, ¿cómo entenderlo sino como lo pasante, disparado por la obscena diferencia? Y el sujeto, **usted**, queda apretado, debiendo acomodarse en la frase como en la vida entre un **lo**, que porfiadamente apunta a suspender la diferencia y un **pasar** que por fin desbarrancalo en movimiento.

No es difícil intuir contingencias diversas: si usted se acerca al **lo** hasta confundirse, usted se constituye en **ideal**, creyéndose sabio, reconocelo encarnado en usted como verdad. En tanto que si usted llega a **pasar** es ganado por el **vértigo** que lo pone a rodar, extraviándolo como referente, ya que “en un principio era el verbo”. Por esta vía cabe alentar la expectativa de que el movimiento, **verbo**, determine que lo producido arroje un efecto de sentido inédito para usted, restableciendo el circuito en el que usted reaparece, y a pasar si se puede.

En definitiva, usted se debate entre lo que le tienta a **detenerse**, ofreciéndose como duro referente, y lo que le **pasa**, abriendo la posibilidad de gozar con lo otro para luego despeñarse, desaparecer y volver a empezar. Y así la vida.


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